domingo, 16 de diciembre de 2007

Entrevista a Carlos Cociña


HACIA EL OTRO DE LA POESÍA; UN DIALOGO CON CARLOS COCIÑA

por Sergio Rodríguez Saavedra


Originario del sur de Chile y, transplantado a la ciudad de Santiago en medio de una amplísima promoción de escritores, Carlos Cociña (Concepción, 1950) se instala en la panorámica de la poesía chilena contemporánea con un discurso que subvierte el desplazamiento que caracteriza el pensamiento referencial, para instalarnos en un espacio donde la estructura procede a crear amplios campos donde el imaginar(se) y el pensar(se) invierten la metáfora final, según las alternancias del lector. Desde su escritorio en LOM Ediciones, hace ya un tiempo atrás, donde aplicaba toda su experiencia en el área de las publicaciones, esbozamos este diálogo con lo otro de la poesía.


¿Te adhieres a alguna generación, si cabe esta definición dentro de la forma que tienes de enfrentar la escritura?

Lo primero que publiqué, en una revista, fue en 1973, y luego en otras revistas durante esa misma década. Sin embargo el primer libro, “Aguas Servidas”, es de noviembre de 1981. El hecho de que los primeros poemas publicados aparecieran en una revista que hicimos con Mario Milanca, Fuego Negro, y luego entre 1974 y 1976, Envés, a la que se incorporó Nicolás Miquea Cañas, puede indicar que corresponde a un grupo dentro de una generación que comienza a escribir en los 70. Nos unía el ser estudiantes de Español de la Universidad de Concepción, que escribíamos y editábamos revistas en forma de trípticos con poemas que nos interesaban. Generalmente eran de poetas (que estaban en Chile o en el exilio) de la llamada generación de la diáspora, nuestros propios poemas y algunos escritos teóricos de profesores de la universidad. En esa primera aproximación lo que nos interesaba era el ejercicio de escribir y el estudio de la comunicación y de la literatura.


¿Entonces cabe como un proceso que se genera a partir de movimientos claramente alternativos?

En 1981, cuando publico “Aguas Servidas”, se estaba produciendo un fuerte impulso en las artes en general, en los movimientos de resistencia artística, generalmente universitarios y en lo que se denominó posteriormente como neo vanguardia, asociado a la producción de libros, y artes visuales, de autores como Juan Luis Martínez, Raúl Zurita, Antonio Gil, Gonzalo Muñoz, Rodrigo Lira, Paulo de Jolly, Eugenia Brito, Carmen Berenguer, todos los que publican entre 1977 y 1985 aproximadamente. En ese momento, ya que la mayoría había comenzado a escribir a comienzos de la década anterior, y habían aparecido sus textos en revistas, mínimas y de poca circulación masiva, pero que claramente se conocían entre los que estaban escribiendo, la mayoría de los poetas comenzaron a conocerse en persona e intercambiar lo que se escribía. Sin constituir un grupo, si se produjeron vasos comunicantes. En las artes visuales sí hubo proposiciones y posturas mas acordadas y de acciones de ruptura y presencia.


¿Hablamos de la crisis del lenguaje?

Circunscribir la crisis al lenguaje se acerca al reduccionismo. La crisis era en el conjunto de la sociedad, a lo que se agrega el premeditado aislamiento decretado por las autoridades respecto de los otros países, y el fraccionamiento interior impuesto a toda la sociedad. El lenguaje debía reajustarse, buscar otra opciones que dieran cuanta de los estados sociales e individuales en que se estaban produciendo. Sin embargo no puede explicar por la sola situación de dictadura, pues ya se había producido una necesaria revisión de un lenguaje denotativo, que a nivel teórico se entendía desde la influencia de algunas formas de estructuralismo y fundamentalmente por la incorporación de otras maneras de escribir, que ya ejercían su influencia, considerando la obra de Nicanor Parra y la acción y escritura de Enrique Lihn, que ponían otra tensión en el ámbito lingüístico y la importante reinterpretación de las formas de acción social posibles. Asimismo ante el fraccionamiento, la relación entre las distintas formas de arte, cualquiera fuera su soporte, se impulsó desde la práctica de utilizar diferentes medios, especialmente visuales, para generar otras formas de expresión. Aun aquellos que se mantenían en la sola escritura, retomaron algunas prácticas de las vanguardias europeas de principios del siglo XX, y en lo visual y la práctica y reflexión acerca del arte, la obra de Duchamp adquirió una vigencia mas allá de su importancia histórica.


¿Consideras que la operación de la escritura sitúa tu propio trabajo como inclasificable?

Todo trabajo puede ser clasificado. La operación de escritura que realizo pareciera que no es habitual, sin embargo no creo que difiera demasiado de la que hacen otras personas, con la particularidad de poner mayor énfasis en alguno aspectos, como es el de operar con unidades comunicativas, que en una relación nueva, producen otra unidad comunicativa que pretende generar en el lector los detonantes para descubrir desde el lenguaje, en la espesura del mismo, significaciones en su propia experiencia.


¿Cuál es la opción del escritor y del lector cuando se rompe el coloquialismo clásico?

Al romperse el coloquialismo clásico, si es que se rompe, el lector puede acceder a la otra escritura si se abre a la posibilidad de que existen otras maneras de acceder. Lo que parece nuevo o extraño, lo es en la medida que no se incorpora instantáneamente a los parámetros con que se interpreta lo que se encuentra. Lo que se encuentra es algo otro, que no lo es de por sí, sino desde donde se mira. La belleza, denostada e indefinible, aparece de pronto en la mente y el cuerpo del observador o partícipe. El arte, que es otra cosa, obedece a un parecido tipo de percepción.


¿Tienes una producción exigua, considerando el canon, alguna razón de fondo?

De fondo ninguna. Solo que considero terminado un conjunto de textos cuando los puedo leer como si fueran de otro, y por un instante me cambian en ese momento la percepción.

Ello ha incidido en que haya publicado tres libros en 33 años, y pocas publicaciones en revistas, lo que también se explica por no hacer poemas sueltos, sino, a lo menos una serie. Esta opción se mantiene cuando me incorporo al soporte Internet, aunque con algunas variantes. El primer conjunto que incorporo a la red es A veces cubierto por las aguas. En ese caso, busque, o seleccioné, una de las características del medio, y elegía el del azar, en tanto que mientras se navega se van produciendo conexiones que no obedecen a un rumbo exacto. Tomando ello en consideración, escribí 39 textos, a los cuales se les incorporé un motor de búsqueda, que avanza hacia el siguiente por azar (en la medida que existe este motor, es semi-azar). Ello hace que el conjunto no tenga una secuencia predeterminada, y por lo mismo, el siguiente, puede ser el mismo texto o uno que ya se haya visto. Por lo mismo poder leerlos todos puede implicar que se deba ir al otro muchas más veces que 39. Cada nueva lectura de un texto que ya se ha leído lo transforma, al menos temporalmente, en otro. No tiene comienzo ni fin predeterminado.

El siguiente conjunto que incorporo es de 71 poemas de 3 líneas (Trío) -no son haikú- tiene una secuencia de lectura, sin embargo, además de mantener la misma estructura, la imagen de una mujer que es parte de cada uno de ellos es la misma y en la misma posición. Existe una secuencia, la variación de los textos, pero al mismo tiempo son el mismo, en la medida que la imagen, que es parte de la lectura, es invariante.

El tercer conjunto, Afectos, plantea otra opción. Concebido como un conjunto de 53 textos, se incorporaron a la red en la medida que se fueron finalizando cada uno de ellos, en una posición que es la definitiva en la secuencia final. Por lo tanto es un conjunto en proceso, un tejido cuyos nudos no están completos y en que las relaciones con los otros van variando en la medida que se vaya incorporando otro. Pero cuando esté completo, también seguirá en proceso, pues cada texto tiene una referencia, que es otro texto o emisión oral (de otras personas o libros) que son el impulso inicial del texto presentado. Así, ante el texto terminado, este tendrá conexión con múltiples otras emisiones que no están en el texto leído.


¿Es posible hablar de originalidad en nuestro tiempo?

En ningún tiempo es posible hablar de originalidad. Lo que sí es posible es que con los elementos que ya están dados realizar operaciones de combinación que puede que no se hayan hecho. Para reducirlo al campo de la biología en el sistema Tierra, los elementos necesarios para generar lo que entendemos por vida son limitados, y la combinación de los mismos produce la diversidad de formas de vida que conocemos y desconocemos, que existieron, existen y existirán (quizás).


¿Cuál es la importancia del soporte que sustente un trabajo creativo que podemos considerar siempre abierto?

Todo trabajo u obra, solo lo podemos percibir o acceder a él a través de un soporte.

Y el soporte no es vehículo de algo otro, sino que es constitutivo de la existencia del trabajo u obra. La imaginación, los afectos, no están sino en la materialidad del cuerpo transfigurado.


¿Hacia dónde va entonces tu propia obra?

Ir significa hacer y dirección. En este sentido, lo que hago no puede ir. Está. Es generar elementos, generalmente lingüísticos, que van a estar en el momento de su lectura. Y eso no lo puedo determinar. Es generar elementos que pueden constituir una instancia de comunicación cuando son abiertos. Cada poema está construido con el cerebro, el corazón y las vísceras, entendidos estos como generadores y portadores de un lenguaje.

Al igual que la luz que vemos, por ejemplo en el llamado firmamento ¿firme?, la percibimos cuando el cuerpo que la emitió ya desapareció o está en otro momento, sin embargo esa luz es vista, se siente y por ello es una experiencia de vida en el momento que está en nuestros ojos, en nuestro cerebro y genera cambios en nuestros fluidos, en nuestro cuerpo, en estar vivos.


*** *** ***


Carlos Cociña, nacido el año 1950 en Concepción, Chile, es uno de los mayores poetas chilenos vivos y, al mismo tiempo, uno de los más desconocidos. Ha publicado “Aguas Servidas (1981), “Tres Canciones” (1992), “Espacios de líquido en tierra” (1999), además de otros escrituras en el portal editorial de su autoría www.poesiacero.cl, que se recomienda visitar.


Sergio Rodríguez Saavedra nació en Santiago de Chile en 1963. Poeta y crítico, ha publicado “Suscrito en la niebla” (1995), “Ciudad Poniente” (2000) y “Tractatus y Mariposa” (2006), además de numerosos artículos de crítica literaria en diversos periódicos y revistas.



No hay comentarios: